Crítica: El hombre invisible

Crítica
Publicado: 15 Marzo 2020
Escrito por Jorge Rodríguez Patiño

Che vuoi?

Por momentos ilógica y siempre inverosímil, El hombre invisible (The Invisible man, Leigh Whannell, Australia-Estados Unidos-Reino Unido-Canadá, 2020) es la más reciente adaptación fílmica de la novela de H. G. Wells.

La película tiene un buen aprovechamiento de los elementos para crear suspenso. Leigh Whannell, el director, sabe explotar muy bien la naturaleza del personaje que da nombre al filme. De pronto, el espectador, sin proponérselo, comienza a dirigir su mirada a las esquinas del encuadre, hacia todos esos rincones donde supone se encuentra el hombre invisible. Sin embargo, el director es lo bastante astuto para no dar ningún indicio de su presencia y permite que el espectador llene el vacío con su imaginación.

El resultado es eficaz. La sensación que se produce es incómoda e inquietante. En poco tiempo, el espectador comienza a sentir al hombre invisible en todos lados, a pesar de que, probablemente, en muchas secuencias ni siquiera «está presente».

Tanto el director como el fotógrafo, Stefan Duscio, saben cuándo mover el plano y cuándo mantenerlo fijo. En ocasiones, sus encuadres pretenden ser planos subjetivos del Hombre Invisible, lo que refuerza la idea voyeur del cine.

el hombre invisible escena 3

Como su personaje, el director mantiene el control de la situación y cuando lo decide, deja de darnos la información.

Además de la forma narrativa, la película cuenta con una factura decente, que no espectacular. Si bien la narración visual es efectiva, lo cierto es que la imagen parece haber sido obtenida mediante un ajuste preestablecido durante la corrección de color.

El sonido, por otro lado, es bastante bueno. Desde las primeras secuencias ayuda a generar suspenso.

Dicho esto, es necesario agregar que el guion es la parte más débil del filme. La idea es lograr una adaptación acorde a las inquietudes de moda y dentro de lo políticamente correcto.

No obstante, la historia es incongruente y tiene incontables hoyos argumentales e inconsistencias. Por momentos, aspectos que parecen de gran importancia para los personajes en una secuencia, parecen ser irrelevantes en la siguiente.

Así mismo, de entrada, el argumento es ridículo: un talentoso científico que prefiere renunciar a la vida pública —así como al dinero y prestigio que con toda certeza su invento revolucionario le proporcionarían—, con el único propósito de atormentar a su pareja.

Sin embargo, hay algo en esta versión que resulta interesante: el tema de la identidad está visto no desde la perspectiva del Hombre Invisible sino de su pareja, Cecilia Kass (Elisabeth Moss).

En una de las primeras secuencias, Cecilia le comenta a su hermana Emily (Harriet Dyer) y a su exesposo, James (Aldis Hodge) que Griffin le ha despojado, prácticamente, de toda identidad: antes de huir de él, le decía cómo vestir, cómo actuar y hasta cómo debía pensar.

El argumento resulta paradójico, toda vez que Griffin decide voluntariamente perder su identidad —no solo haciéndose invisible sino fingiendo su muerte—, mientras que Cecilia carece de ella.

el hombre invisible escena 2

Así, Griffin podrá usar un traje que le permite eludir la mirada de los otros, pero Cecilia es quien resulta verdaderamente invisible. Además, conforme el filme transcurre, también experimenta lo que es quedarse sola, sin el apoyo de amigos o familiares. De este modo, su lucha es una por reconstituirse a si misma.

En otra secuencia, después de que Cecilia se convence que Griffin no está muerto, sino que todo se trata de un plan bastante elaborado para atormentarla, ella le lanza la pregunta: «¿Por qué yo? Podrías tener la mujer que quisieras, ¿por qué me elegiste a mi?».

Esta es su forma de interrogar a esa autoridad que la define. Es el Che vuoi? lacaniano. ¿Qué quieres de mi? ¿Por qué soy lo que dices que soy? ¿Si me amas, porqué me haces sufrir?

La angustia sobreviene cuando Griffin no solo es invisible sino que decide no responderle. Sin ese Otro que le ayude a definir cuál es su identidad, Cecilia intenta reconstituirse a partir de la mirada de los otras personas que le rodean. 

No obstante, pronto se percata de que todos ellos tienen una idea preconcebida acerca de quién es y no importa lo que haga, jamás logrará hacerlos cambiar de parecer.

Así, su propia hermana siempre pone sus acciones en tela de juicio sin concederle el privilegio de la duda. Por su parte, James y su hija Sydney (Storm Reid) no solo la consideran paranoica sino también agresiva. Así mismo, la autoridad —policías, psiquiatras— la consideran inestable, deschavetada.

el hombre invisible escena 1

En tales circunstancias, no constituye ninguna sorpresa que a Cecilia le resulte tan sencillo definir su personalidad con base en lo que ya piensan de ella. Cecilia se vuelve todo aquello de lo que ha sido acusada y al hacerlo, adquiere el control de la situación.

Tal control está representado en la figura de Zeus, el perro. Al inicio, Cecilia huye, pero se siente incapaz de hacerse responsable por otro ser vivo. Posteriormente, cuando Zeus aparece por segunda vez, le salva la vida a Cecilia. Finalmente, una vez que ella ha logrado tomar el control adopta al perro sin pensarlo dos veces.

Como adaptación, el filme resulta interesante. Ambos personajes —Griffin en la novela y Cecilia en el filme— nos muestran aspectos distintos de ese proceso que conocemos como conformación de la identidad.

A pesar de lo diametralmente distintas que son, el horror que ambas historias tienen en común radica en la soledad y el anonimato. Tanto Griffin como Cecilia sufren las consecuencias de ser despojados de su identidad de forma relativamente involuntaria. Pero también experimentan lo que es quedarse solos.

Ahora bien, si la película es buena o es mala, no lo sé. Eso le toca decidirlo a cada quien. Lo importante, en todo caso, es que a uno le guste.

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