Crítica: Gretel y Hansel

Crítica
Publicado: 10 Febrero 2020
Escrito por Jorge Rodríguez Patiño

Un pay apetitoso a medio cocer

En términos generales, el cuento de Hansel y Gretel aborda el miedo del niño a alcanzar la madurez. Si bien Gretel y Hansel (Gretel and Hansel, Oz Perkins Estados Unidos, 2020) nos plantea una reinterpretacion de este tema, es el afán de su director por priorizar el empoderamiento femenino el que termina ocasionando que el filme se tropiece.

Como mencionamos en un artículo anterior, existe una razón por la que el cuento de los Grimm nos habla de dos hermanos, hombre y mujer, puesto que sus arcos argumentales están vinculados. Así, en el instante en el que se prioriza a uno por encima del otro, se afecta inevitablemente el corazón del argumento, dejándolo cojo.

Por supuesto, eso no le impide a Perkins ni a ningún otro director hacer su propia interpretación de la historia. No obstante, ajustar el argumento original a una premisa radicalmente distinta implica, prácticamente, renunciar al material original, por lo que uno se pregunta por qué lo eligió en primer lugar. Acaso habría sido más sencillo tomar un texto más acorde, toda vez que hay cuentos de hadas que nos hablan de forma más eficaz sobre el empoderamiento femenino.

En Gretel y Hansel, el tema de la madurez está solamente planteada desde la perspectiva de la hermana mayor, quien al llegar a la pubertad y sentir en carne propia la «opresión tóxica masculina» comienza a tomar el control de su poder. En ese sentido, la película hubiese tenido más sentido si se llamase únicamente Gretel. A mi parecer, el invertir el titulo, anteponiendo el nombre de Gretel al de Hansel es solo una complacencia de lo políticamente correcto que no termina siendo bien respaldada por la tesis del filme. Incluso, tal vez si la película se hubiese llamado simplemente Gretel hubiese tenido mayor sentido, aunque tampoco estoy muy seguro de ello.

Gretel y Hansel su fotografia

Con todo, el filme termina siendo entretenido, sobre todo, porque resulta espectacular en el aspecto visual. Si bien ya desde los adelantos se podía apreciar su estupenda fotografía, lo cierto es que ésta es mucho más sorprendente de lo esperado. Galo Olivares logra un espléndido trabajo, con una imagen bastante cuidada que es capaz de robar el aliento. En su fotografía se dejan sentir ciertas reminiscencias del cine de Jodorowsky.

Así mismo, la dirección de arte está muy bien lograda. Tanto los decorados como el vestuario resultan precisos para brindar esa atmósfera ominosa y onírica que requiere el relato.

Por otro lado, el sonido también contribuye de forma relevante. No solo la partitura de Robin Coudert es extraordinaria, sino que la mezcla de sonido se complementa muy bien con el montaje y el ritmo del filme. Podemos decir que si la fotografía plantea el escenario, el sonido lo hace verosímil.

Técnicamente, la película es impecable. Cada elemento contribuye a crear una atmósfera tan inquietante como fascinante. En tales condiciones, solo falta que lo actores conjuren su magia. Tanto Alice Krige como Samuel Leakey están muy bien, pero es Sophia Lillis quien destaca; y cómo no iba a ser así, cuando tiene todo para lucirse. Encantadora como siempre, Lillis logra llenar el escenario con su gran carisma y talento. Lamentablemente, esto no termina siendo suficiente para suplir las carencias del guion que por momentos se siente atropellado.

Gretel y Hansel es, pues, una película muy estética pero que carece de contenido, como si se tratara de uno de esos pasteles que cocina Holda, la bruja de la historia: deliciosos a la vista, pero con poco contenido nutricional.

gretel y hansel escena pasteles

Por momentos, la historia parece perderse en el bosque junto con los dos hermanos. Divaga y pierde el ritmo, algo que suele ocurrir en las dos películas anteriores de Perkins, principalmente en Soy la cosa bella que vive en esta casa (I Am the Pretty Thing That Lives in the House, Canadá, 2016). En Gretel y Hansel, Perkins parece querer decirnos algo y, efectivamente, llega a balbucearlo, pero la idea aun se siente inmadura. En ese aspecto, el cuento de los Grimm le queda como anillo al dedo al tratar acerca del miedo a madurar. El argumento del filme se siente, pues, inmaduro, a medio cocer.

Pero el mayor problema de la película radica en su tono. Perkins sabe generar muy bien la atmosfera, pero simplemente no logra encontrar el tono adecuado para sus filmes, amén de que no logra jamás llegar al terror psicológico. En efecto, el tratamiento coquetea con el género, pero el guion, como caballo renuente, da la impresión de rehusarse a ir para allá. En este caso, el resultado es todavía más catastrófico al tratarse de un cuento de hadas. Al final, el filme se queda a medio camino entre una película de Robert Eggers y una de Ari Aster, sin llegar a ser ninguna de las dos.

El espectador no se asusta ni siente tensión. Y es peor cuando advierte que le están tratando de meter el tema del empoderamiento femenino  con calzador, con metáfora de «tomar el control del palo» incluida. Al final, la forma y el fondo no logran crear la unidad deseada.

En conclusión, Gretel y Hansel es una película muy bella, pero su estética tan bien cuidada solo sirve para esconder la premisa que no se concreta; en ese sentido es como un pastel cuya deliciosa corteza oculta el hecho de que al relleno aun le faltaba un poco más de tiempo en el horno.

 

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