Entre la necesidad y el temor [SPOILER DE RÉPLICAS]

Análisis de películas
Publicado: 16 Mayo 2020
Escrito por Jorge Rodríguez Patiño

ADVERTENCIA SPOILER: El artículo que va a leer a continuación hace referencia a partes de la trama (argumento) de la película 'Réplicas'.

Réplicas y la ciencia como transgresión

Uno de los aspectos de la ciencia que más causa temor es su capacidad de incidir de forma tan determinante en la vida del ser humano. Y es que si bien los avances científicos pueden permitirle al hombre, entre otras cosas, prolongar la vida, aliviar el dolor y curar enfermedades, cuando se salen de control pueden ser responsables de las peores pesadillas.

El conocimiento que cae en malas manos, el que se sale de control o el que se genera con el único propósito de hacer daño son tan solo algunos de los peores escenarios que podemos imaginar. A esto debemos agregar además la ignorancia del ciudadano común y corriente, cuyos conocimientos limitados provocan que todo avance científico se vea como una amenaza, aún cuando puede ser benéfico. ¿A qué costo?, suele ser la pregunta más habitual.

investigacion cientifica

Es esa condición ambigua entre la necesidad y el temor que hace a la ciencia tan fascinante para el cine y la literatura, inspirando miles de obras que se centran en el tema de la pasión irrefrenable que dimana de la investigación científica.

Así mismo, son incontables los casos de personajes que, motivados por su pasión irrefrenable, están dispuestos a transgredir los límites morales, religiosos y sociales en su afán de saciar su sed de conocimiento. Este tipo de personaje es capaz de prescindir de sus propias necesidades humanas, de correr riesgos extremos y de llegar a los límites más insospechados, abandonando todo vínculo con la sociedad, con tal de llevar a cabo sus experimentos.

En su ciega ambición, son capaces de romper cada uno de los eslabones que los unen con el resto de los hombres. Al final, estos personajes se vuelven monstruos porque han perdido su humanidad. Como Prometeo, han desafiado las leyes de la naturaleza y merecen ser castigados.

En Réplicas (Replicas, Jeffrey Nachmanoff, Estados Unidos-Reino Unido-China-Puerto Rico, 2018) podemos encontrar diversos puntos de coincidencia con grandes obras no solo de la ciencia ficción, sino también del género fantástico.

La principal diferencia entre el filme y estas obras radica, sin embargo, en la consistencia de su argumento. En su inexperiencia, Nachmanoff no logra capitalizar lo interesante que el tema resulta y falla en definir el tono adecuado. Al final, el filme termina siendo un amasijo incoherente de buenas intenciones, pero ninguna llevada a buen puerto.

Es una lástima, porque la cinta tenía todo para ser un clásico de ciencia ficción instantáneo: el tema da para hacer un filme inquietante, terrorífico y filosófico como los mejores exponentes del género. El producto final, sin embargo, es un tanto predecible e intrascendente.

Esto, por supuesto, no nos impide hacer una comparación entre el filme y otras obras con las que guarda semejanza, pero que están mucho mejor logradas. Quizás esto nos permita entender qué pudo haber salido mal.

El monstruo de Frankenstein

En la obra de Mary Shelley somos testigos del poder destructivo de la ambición científica.

Obsesionado con el misterio de la existencia, el doctor Victor Frankenstein va a traspasar todos los límites a su paso. Siendo un eminente médico, no se conforma con curar enfermedades, sino en obtener control sobre la vida y la muerte. Su entusiasmo pronto se convierte en delirio: desea ser como Dios, capaz de crear vida y resucitar a los muertos. Esto lo lleva a conducir sus experimentos de forma cada vez más obsesiva, alejándose de todas las personas que le son significativas.

Frankestein creador y creacion

Al final, consigue lo que tanto anhelaba, pero la criatura a la que ha dado vida dista de ser un milagro como pretendía. Es, más bien, el espantoso reflejo de su ambición. El castigo que merece por haber ido demasiado lejos, por pretender ser Dios y haber transgredido las leyes de la naturaleza.

A partir de ese momento, su destino está ligado al de su creación. No hay vuelta atrás. Para Frankenstein,  la afrenta a la naturaleza ha sido demasiado grave y no hay forma de recuperar su humanidad perdida

Al igual que el doctor ginebrino, William Foster (Keanu Reeves) desea vencer a la muerte. Luego de que su esposa Mona (Alice Eve) y sus tres hijos (Emjay Anthony, Emily Alyn Lind, Aria Leabu) mueren en un trágico accidente automovilístico, Foster intenta poner en práctica todos sus conocimientos científicos para tratar de regresarlos a la vida. De esta manera, los clona y transfiere su consciencia, haciendo una copia exacta de su cerebro, a los nuevos cuerpos.

La diferencia radica en que Foster jamás es castigado por tratar de ser Dios, incluso cuando toma la decisión de borrar de la memoria a Zoe, su hija menor, a quien no puede clonar por circunstancias fuera de sus posibilidades. Tampoco es confrontado por sus actos, ni siquiera cuando le confiesa a su esposa que la ha clonado. A lo mucho, ella solo lo amenaza con el divorcio, cosa que tampoco ocurre.

Más allá del tono moralizante que caracteriza a ciertos pasajes de la novela de Mary Shelley, el vínculo entre el creador y su criatura —crimen y castigo, hybris y némesis— es lo que la hace una obra tan fascinante.

Réplicas despoja al argumento de esta relación y permite que su personaje principal se salga con la suya. En otras palabras, disuelve el conflicto y, como sabemos, no puede haber drama sin él.

La primera mitad de la película es terrorífica, precisamente porque el espectador espera que Foster sea llevado a juicio por sus propias criaturas, pero esto jamás ocurre y la tensión termina diluyéndose. Sin tensión no hay thriller; lo que es peor, el final feliz se advierte de forma tan evidente que, cuando el tercer acto comienza, ya no hay interés por lo que le ocurra a los personajes.

El mito de Fausto

Existen muchas interpretaciones del mito fáustico, siendo la versión de Spies la más antigua y las versiones de Marlowe y Goethe, probablemente, las más populares.

No obstante, es en la versión fílmica de 1926, dirigida por el grandioso Friedrich Wilhelm Murnau, donde encontramos una mayor coincidencia con el argumento de Réplicas.

En Fausto (Faust, F. W. Murnau, República de Weimar, 1926) se nos presenta al personaje que da título al filme como un sabio bondadoso (Gösta Ekman) que hace un trato con Mefisto (el siempre grandioso Emil Jannings) para ayudar a su pueblo a liberarse de una mortal peste. Fausto es tentado, entonces por el deseos de juventud eterna y termina corrompiéndose.

fastuo de Friedrich Wilhelm Murnau 1926

Aunque basado en su mayoría en la primera parte de la obra de Goethe, la principal diferencia radica en que la finalidad del Fausto de Murnau no es el conocimiento infinito, sino el conocimiento que le permita realizar una buena acción. Además, es el amor que siente por Gretchen (Camilla Horn) el que le permite redimirse.

Al igual que Fausto, William Foster desafía las leyes de la naturaleza por una buena causa, ya que si bien su motivación, en principio es egoísta, el éxito de sus investigaciones es de gran relevancia para la humanidad, toda vez que ayudaría a lograr la inmortalidad. No obstante, pronto descubre que la corporación Bionyne para la que trabaja no es exactamente lo que parece, pues intenta utilizar su investigación para fines militares. En resumen, Foster ha hecho un pacto con el diablo.

En este caso, el problema del filme consiste en que, al desconocer para quién trabaja, Foster se vuelve una víctima de la situación, lo que termina contradiciendo su posición original de transgresor. Dramáticamente, se puede ser uno o lo otro, no ambos.

Al final, el filme se inclina por la heroicidad del protagonista, olvida los deseos oscuros que le motivaban originalmente y termina premiándolo por sus acciones, concediéndole un final feliz.

Philip K. Dick y la búsqueda de la identidad

Desde sus primeros relatos, Philip K. Dick reflexiona acerca de la identidad, a través de historias y personajes que nos hacen preguntarnos constantemente «¿Qué es ser humano?».

Electric Dreams basada en los relatos de Philip K. Dicks

En Réplicas, William Foster investiga cómo transferir la consciencia de un ser humano a un cuerpo artificial. Aunque es capaz de hacer una copia exacta del cerebro, no logra que el trasplante sea exitoso. Al no poder identificar el cuerpo biológico al que está vinculado, el cerebro hace «corto circuito», pues no logra reconocerse.

«¿Quién soy?», pregunta uno de los sujetos experimentales cuya consciencia ha sido transferida a un cuerpo robótico. Al no poder encontrar una respuesta, se autodestruye. Nada más dickiano que eso.

Más adelante, Mona le asegura a su esposo que aquello que nos hace humanos no puede copiarse, pues cada ser es único e irrepetible. de esta manera, el debate se hace mucho más profundo e interesante.

Como podemos ver, el filme comienza con una gran promesa, la cual se refrenda en el momento en el que los clones de Mona y sus hijos comienzan a presentar problemas físicos y mentales. En ese instante, sentimos que estamos a punto de presenciar un conflicto filosófico acerca de la identidad y la existencia humana. ¿Cómo reaccionarán estos clones cuando se enteren que sus «yo originales» han muerto? Nos sentimos al borde de un precipicio.

No obstante, la promesa inicial jamás se cumple. Tanto Mona como sus hijos se muestran bastante conformes con ser copias y aparte de unas cuantas lágrimas que suelta Mona al enterarse de la verdad, no vemos que haya mayor conflicto.

Una vez que la familia de Foster ha sido clonada, la reflexión filosófica es dejada de lado para dar paso a la acción injustificada. Pero el balance entre uno y otro ni siquiera se logra, pues no se corresponden. En ese sentido, cintas como Almas de metal (Westworld, Michael Crichton, Estados Unidos, 1973) o El sexto día (The 6th Day, Roger Spottiswoode, Estados Unidos, 2000) hacen un mucho mejor trabajo.

La saga robótica de Asimov

El misterio de la personalidad robótica y la interacción con el ser humano es el gran tema de la Serie de los robots de Isaac Asimov, la cual comprende desde Yo, Robot hasta Robots e Imperio y se liga, casi accidentalmente, con el Ciclo de Trántor.

Si bien en sus primeros relatos, Asimov se centra, fundamentalmente, en las Leyes de la robótica y cómo estas afectan el comportamiento robótico, es en las novelas que tienen como protagonistas al detective Elijah Bailey y R. Daneel Olivaw, donde el autor hace una reflexión más profunda acerca de la naturaleza del ser humano, a través de su relación con los robots.

yo robot de Asimov

En Bóvedas de acero, los terrícolas rechazan a los robots —que para entonces son indistinguibles de un ser humano a simple vista— no solo por que su aspecto les resulta inquietante sino porque representan a los espaciales, seres humanos que viven en otros planetas como consecuencia de la colonización espacial.  A pesar de sus reservas, el detective Bailey termina entablando amistad con R. Daneel Olivaw. Esta amistad se hace mucho más fuerte en El sol desnudo y en Los robots del amanecer.

A lo largo de la serie, Asimov aborda con maestría la relación entre los seres humanos y los robots positrónicos, al mismo tiempo que hace preguntas de gran profundidad, como: «¿Qué hace a un humano ser humano?» o «¿Cuáles son las características humanas que ningún robot, por perfecto que sea, podría nunca imitar?».

Por momentos, Réplicas pareciera pisar este territorio, pero al igual que ocurre con el universo dickiano, termina desmarcándose rápidamente. Incluso el robot al que William Foster le transfiere su conciencia al final del filme guarda cierta semejanza con los robots de la adaptación fílmica de Yo, Robot (I, Robot, Alex Proyas, Estados Unidos, 2004).

Sin embargo, el filme se centra tanto en la acción que deja poco tiempo para ahondar en el tema de la inteligencia artificial, los cerebros robóticos, o la esencia de lo que significa ser humano.

Conclusión

Más allá de ser un ejercicio ocioso, el comparar Réplicas con otras obras mucho mejor logradas del género nos permite entender porqué el filme termina siendo fallido.

Acaso el punto esencial es que la cinta traiciona su propio argumento y se desdice de los planteamientos temáticos que había propuesto originalmente:

  • El tema de la transgresión científica en aras del conocimiento y la gloria personal termina diluyéndose cuando se prioriza la idea de que William Foster sea más un héroe que un transgresor.
  • Por su parte, el tema filosófico de la identidad humana, la interacción con la máquina, y el dilema moral y metafísico que dimana de la clonación es suplantado por la acción sin sentido.

Para lograr un clásico del género se requiere cierto valor para ir más allá del límite, transgredir paradigmas. Réplicas no lo hace. Al final, aunque el filme nos plantea una premisa por demás interesante, termina jugando a lo seguro. En pocas palabras, podemos decir que se encuentra entre la necesidad de hacer un gran filme y el temor de atreverse a hacerlo.

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