Cine del siglo pasado: Alphaville

Análisis de películas
Publicado: 18 Febrero 2020
Escrito por Jorge Rodríguez Patiño

O cómo enamorar a las chicas con poesía

En Alphaville (Francia, 1965), el director francés Jean-Luc Godard se da a la aventura de realizar una película de ciencia ficción, pero de forma bastante osada: prescindiendo de cualquier elemento que pudiese ser considerado como futurista. Esta convención es tan solo uno de los múltiples recursos que tiene Godard para invitarnos a asumir una postura crítica y activa desde el inicio.

Dicho de otro modo, Alphaville se trata de un filme que requiere del espectador cierto esfuerzo, cosa que no resulta sencilla cuando estamos tan acostumbrados a percibir las películas de forma pasiva.

alphaville poster

La historia gira en torno a Lemmy Caution (Eddie Constantine), un agente secreto cuya misión es infiltrarse en Alphaville, una galaxia-ciudad que se encuentra bajo el control tiránico de una supercomputadora denominada Alpha 60. Como parte de su misión, Caution se hace pasar por un periodista para poder investigar con mayor facilidad a sus habitantes. En el transcurso, termina encontrando un conflicto entre la emoción humana y la lógica de la máquina.

El arma que utilizan ambos —hombre y ordenador— es el conocimiento, o mejor dicho: aquel conocimiento que su contraparte no posee. Esto último resulta relevante si consideramos que el título tentativo para el filme era «Tarzan vs. IBM».

Nos encontramos, así, ante dos formas de comprender el mundo: por un lado, el pensamiento lógico de Alpha 60, que se fortalece con la supresión de la emoción humana, tal y como Caution descubre. Esto obliga al detective a usar, como defensa, un lenguaje que la máquina no pueda comprender, en este caso, el lenguaje de la poesía.

Al emplear la poesía como escudo, Caution reafirma su humanidad. Godard nos plantea, de esta manera, que la emoción, así como el arte y la poesía, solo pueden ser entendidos por el ser humano. Es eso lo que nos diferencia de la máquina, lo que nos hace únicos.

«Estamos totalmente solos. Somos únicos, terriblemente únicos», reza uno de los diálogos en la película.

Centrado en su misión, Caution intenta tomar fotografías al Profesor Von Braun —también conocido como Leonard Nosferatu—, creador de Alpha 60, pero su intento es frustrado cuando algunos agentes le capturan. El detective es entonces llevado al Control Central de la supercomputadora para ser interrogado. Allí, Alpha 60 intenta averiguar cuál es la verdadera razón de su visita a Alphaville.

Pero Caution es astuto y logra esconder sus motivos, contestando con lenguaje poético a las preguntas que le hace la máquina. Su plan tiene éxito, pues la computadora, al no comprender dicho lenguaje, es incapaz de procesar la información.

El intercambio de diálogos que se suscita durante el interrogatorio deja en evidencia la gran diferencia que existe entre el tipo de conocimientos que ambos pueden asimilar. Godard nos deja ver, en esta secuencia, cómo el pensamiento de la máquina está determinado por la lógica, mientras que el de Caution lo está por la intuición emocional: Alpha 60 pregunta sobre hechos, lugares y fechas, siendo sus preguntas más semejantes a las de un polígrafo. Caution, en cambio, le responde con argumentos que resultan incomprensibles para ella.

Alpha 60
¿Qué ha sentido cuando atravesó el espacio galáctico?

Caution
El silencio del espacio infinito me ha estremecido.

Alpha 60
¿Cuál es el privilegio de la muerte?

Caution
No morir ya más.

Alpha 60
¿Sabe lo qué transforma la noche en luz?

Caution
La poesía.

Alpha 60
¿Cuál es su religión?

Caution
Creo en las inspiraciones de la consciencia.

Alpha 60
¿Hace alguna distinción entre los principios misteriosos del conocimiento y los del amor?

Caution
En mi opinión, en el amor no hay ningún misterio.

Alpha 60
Usted no dice la verdad. No comprendo. Usted está ocultando ciertas cosas…

Caution
Admito que podría tener razones para mentir, pero ¿cómo puede diferenciar entre las mentiras y la verdad?

Alpha 60
Usted está ocultando ciertas cosas, pero aún no sé cuáles, exactamente. Así que, por el momento, queda usted libre.

Es así cómo, con sus respuestas y mediante el uso de la poesía, Caution logra reafirmar su ser. Después de todo, las respuestas pudieron haber sido «si» o «no» —simples unos y ceros—, pero el agente logra esconderse con gran habilidad de su inquisidor, de la misma forma en que la poesía logra ocultar el significado real de las cosas.

De este modo, Caution termina creando un código, un mensaje secreto que la máquina no es capaz de interpretar. Este misterio que representa el lenguaje poético quedará expuesto una vez más durante el filme. Ocurre, nuevamente, durante un interrogatorio, solo que es ahora Caution quien se encarga de hacer las preguntas.

Alphaville escena 3

La «interrogada», en esta ocasión, es la hija del Profesor Von Braun, la hermosa Natacha (Anna Karina), quien ha descubierto un libro que Caution lleva en el bolsillo y le causa curiosidad porque le resulta ininteligible. Se trata de La Capital del Dolor, del poeta francés Paul Éluard.

Fascinada por el lenguaje poético, Natacha comienza a leer, pero no logra comprender el sentido de las palabras. Caution comienza, entonces, a hacerle preguntas, solo que, a diferencia de Alpha 60, el espía no formula sus preguntas a partir de la lógica, sino de la poesía.

Caution
Subrayé algunos pasajes.

Natacha
(Leyendo) «Vivimos en el vacío de la metamorfosis. Pero el eco que resuena a lo largo del día… ese eco más allá del tiempo, angustia o caricia… ¿Estamos cerca de nuestra consciencia, o lejos de ella?» Hay palabras que no comprendo: «Consciencia…»

Caution
¿Recuerda este: «La muerte en la conversación»?

(Natacha no responde).

Caution
¿Y esto: «Tus ojos han vuelto de un país despótico, donde nadie ha conocido el significado de una mirada»? ¿No tiene idea de qué significa?

Natacha
Vagamente. Me recuerda a algo, pero no sé a qué.

(Natacha comienza a leer La desnudez de la verdad).

«La desesperación no tiene alas,
El amor tampoco,
Sin cara, no hablan.
No me muevo,
No los miro. No hablo con ellos.
Pero yo estoy vivo también,
Como mi amor y mi desesperación».

Caution
¿Recuerda este: «Morir es no morir»?

(Natacha no responde).

Caution
¿Y este: «El embaucador embaucado»?

(Natacha no responde).

Caution
¿O este: «Hombres que cambian»? ¿Nunca ha oído hablar de mensajes secretos, Srta. Von Braun?

Natacha
¿Mensajes secretos?

Caution
¿No sabe lo que es un secreto?

Natacha, al igual que el resto de los habitantes de Alphaville, se encuentra bajo el control mental de Alpha 60, de ahí que no logre recordar cómo funciona el lenguaje poético y sea, por tanto, incapaz de comprender las palabras del libro de Caution.

Por su parte, el detective teme por ella, pues sabe que no todos los habitantes de Alphaville pueden ser salvados. ¿Acaso podrá salvarla a ella?

Salva a los que lloran

Alphaville escena 2

Una de las primeras cosas que hace Caution al llegar a Alphaville es visitar a su compañero Henri Dickson, un espía que fue enviado antes que él.

Habiendo fracasado en su misión —asesinar al Prof. Von Braun—, Dickson decide permanecer en Alphaville, pero luego de varios años, él también se fue haciendo susceptible al control mental de la supercomputadora.

Poco a poco, Dickson se ha ido olvidando de su humanidad, aunque no del todo. Dickson resiste, duda; oscila entre una postura y otra. Pero, gracias a la visita de Caution, su lado humano parece cobrar fuerza. De pronto, sus conceptos acerca del amor, de la ternura, de la poesía y de la consciencia surgen nuevamente.

No obstante, parece ser incapaz de responder algunas de las preguntas que le hace Caution, sobre todo aquellas que aluden a la causa de las cosas. Aquellas preguntas que se refieren al «porqué».

Intentando dar respuesta a conceptos no racionales, Dickson literalmente se ahoga, deteniéndose a la mitad de las escaleras que llevan a su cuarto. Entendemos, así, que el control mental de Alpha 60 es tal, que la asfixia se vuelve una reacción física cuando se transgreden los límites impuestos por el ordenador.

Sin embargo, al final, Dickson logra reafirmar su parte humana, confesándole su amor a una prostituta, a pesar de que sabe que, al hacerlo, morirá ahogado. «Salva a los que lloran», le dice a Caution antes de morir. Entonces, le regala el libro de La Capital del Dolor.

La censura de la palabra como una forma de limitar el conocimiento

Llegados a este punto, tal vez resulte pertinente entender cómo es que Alpha 60 ejerce su control sobre los habitantes de Alphaville.

En primer lugar, este control se ejerce mediante la censura de la palabra: cada vez que los residentes de Alphaville pronuncian una palabra que está prohibida, se escucha un pitido electrónico en la pista sonora.

Por ejemplo, en la secuencia donde Caution y Natacha hablan acerca de las palabras prohibidas, ella menciona la palabra «amor». El pitido se hace presente justo cuando la cámara corta a un plano general que nos muestra un auto de policía pasando frente al hotel donde Caution está hospedado.

El mismo pitido se escucha cuando Caution conoce a Natacha. Durante la conversación que sostienen, él le pregunta «¿Por qué?». Caution advierte el pitido y entiende, de esta forma, que preguntar «¿Por qué?» está prohibido.

«Nadie dice “porqué” ya más», le explica, más adelante, uno de los ingenieros de Control Central. «Uno dice: “entonces”». Le da así a entender que, en Alphaville, las razones no son relevantes. Solo importan las consecuencias.

Este mismo ingeniero también le explica la forma de pensar en Alphaville: «registramos, calculamos y llegamos a conclusiones».

De esta manera, una vez más, Godard evidencia la frontera que hay entre la lógica y la emoción, la poesía. Esto último se confirma en la explicación que le da Henri Dickson a Caution durante su encuentro:

Caution
Nueva York… IBM… Olivetti… General Electric… Tokyorama…

Dickson
Alpha 60 es ciento cincuenta años luz más potente que todas ellas.

Caution
Ya veo. La gente se ha vuelto esclava de las probabilidades.

Dickson
El ideal de Alphaville es crear una sociedad tecnócrata, como con las termitas y las hormigas.

Caution
No lo entiendo.

Dickson
Probablemente, hace ciento cincuenta años luz —ciento cincuenta, doscientos, no importa—, había artistas en la sociedad de las hormigas. Artistas, novelistas, músicos, pintores. Hoy, ya no. Nada. Como aquí.

Caution
¿Es este el plan del Profesor Von Braun?

Dickson
No. Él solo obedece órdenes lógicas.

Caution
Entonces, ¿por qué no le mataste?

Dickson
«¿Por qué?». ¿Qué significan esas palabras? Lo he olvidado. ¿Por qué?, Why?…

Como agente secreto —pero también como supuesto periodista— el no poder preguntar «¿por qué?» entorpece su modo de obtener la información necesaria para llevar a cabo su misión. Caution queda limitado, así, a sus habilidades de observación. De ahí que se la pase tomando fotografías.

En este sentido, la cámara como medio para acceder al conocimiento, es, ciertamente, una metáfora visual que representa el uso que hace el propio Godard para transmitirnos información por medio de la imagen.

Pero la censura no solo se limita a la palabra hablada, sino también a la supresión de la palabra escrita, ya que, de esta forma, la máquina logra limitar el conocimiento de los habitantes de Alphaville.

Uno de los ejemplos más representativos es «La Biblia» que se encuentra en todos los cuartos de la ciudad y que los habitantes deben leer todos los días. En realidad, no se trata de la Sagrada Escritura, sino de un diccionario donde se indican todas aquellas palabras que están permitidas en el lenguaje. Un libro cuyas definiciones concretas y exactas contrastan con La Capital del dolor, que emplea un lenguaje abstracto y ambiguo.

Natacha
Empiezo a tener miedo. Desde que le conozco, ya no entiendo lo que pasa.

Caution
Yo, por mi parte, creo que empiezo a entender.

Natacha
(Leyendo La Biblia)
Aquí está. «Consciencia». No viene esa palabra.

Natacha se dirige a la ventana.

Natacha
No está. Así que, aquí, nadie conoce ya el significado de la palabra «consciencia». ¿Qué se le va hacer?

Natacha camina a la mesa donde Caution prepara el té.

Natacha¿Un terrón o dos?

Caution
Dos.

(Revisa La Biblia)
Esto no es una Biblia, es un diccionario.

Natacha
¿Acaso no tienen una en los Países Exteriores?

Caution
Respóndeme, ¿para qué usan esto?

Natacha
Casi todos los días hay palabras que desaparecen, porque están prohibidas. Son reemplazadas por nuevas palabras que expresan nuevas ideas. En los últimos dos o tres meses, algunas palabras que me gustaban mucho han desaparecido.

Caution
¿Qué palabras? Me interesan.

Natacha
«Petirrojo», «lloroso», «luz otoñal», «ternura». Cuando estoy con usted, tengo miedo. Me ordenaron no volverle a ver.

Caution
¿Quién? ¿Los ingenieros del Alpha 60?

Natacha
Sí.

Caution
¿De qué tiene miedo?

Natacha
Tengo miedo porque conozco esa palabra… Sin haberla visto o leído jamás.

Caution
¿Qué palabra?

Natacha
El «consciencia».

Caution
La «consciencia».

Caution sabe que la única forma de salvar a los habitantes de Alphaville es haciéndolos experimentar emociones. «Salvar a los que lloran», le ha dicho Dickson. Pero ¿estará Natacha entre ellos?

Alphaville escena 1

En efecto, Caution está consciente de que Natacha es capaz de experimentar emociones, pues le ha visto llorar: en una secuencia previa, cuando Caution es arrestado por tomar fotografías del Profesor Von Braun, ella está presente. De pronto, sin ninguna causa aparente, comienza a llorar. Por supuesto, ella intenta ocultarlo, toda vez que el llanto está prohibido en la galaxia, por considerarse un acto ilógico, pero Caution se da cuenta y esto es motivación suficiente para que intente salvarla a toda costa.

Es por ello que comparte su libro de poesía con ella, se trata de una forma de rescatarla; Caution intuye que el lenguaje poético es capaz de anular y quebrantar el lenguaje lógico de la máquina.

No obstante, cuando Natacha se enfrenta a la poesía que contiene el libro, comienza a asustarse y a mostrarse confundida. Y mientras más emocional se torna, más ilógico termina siendo su comportamiento. Esta forma de conducirse, sin embargo, lejos de ser perjudicial, le ayuda a resistir el control que Alpha 60 ejerce sobre ella.

Pero la censura es solo una de las formas en que Alpha 60 controla mentalmente a los habitantes de Alphaville. Otra forma es dictaminando su percepción del tiempo y el espacio.

El tiempo y el espacio en Alphaville

En cierto momento del filme, Alpha 60 ejecuta un monólogo que deja ver la forma en que manipula el tiempo para los habitantes de Alphaville.

Alpha 60
La «Memoria Central» es llamada así, a causa del papel primordial que juega en la organización lógica dentro de Alpha 60. Nadie ha vivido en el pasado y nadie vivirá en el futuro. El presente, es la forma de toda vida. Esa cualidad no puede ser cambiada por ningún medio. El tiempo es como un círculo que gira continuamente. El arco que desciende es el pasado. El arco que asciende es el futuro.

Todo ha sido dicho a menos que las palabras no cambian de sentido y el sentido, de sus palabras. ¿No resulta obvio que alguien que habitualmente vive en un estado de sufrimiento precise otra clase de religión que una persona habituada a un estado de bienestar? Antes que nosotros, no existía nada aquí. Nadie. Estamos totalmente solos. Somos únicos, terriblemente únicos. El significado de las palabras y expresiones ya no se comprenden. Una palabra aislada o el detalle de un diseño pueden ser comprendidos. Pero el significado del todo, se escapa. Una vez que conocemos «uno» creemos que conocemos «dos» porque «uno más uno, son dos». Pero olvidamos que también debemos conocer el significado de «más».

Los actos de los hombres, de todos los siglos, poco a poco les destruirán. Yo, Alpha 60, no soy más que el instrumento lógico de esta destrucción.

Aquí podemos vislumbrar cierto paralelismo entre el discurso de Alpha 60 y la novela 1984, de George Orwell: una sociedad distópica donde solo importa el presente, tal y como podemos advertir en ciertos pasajes de la obra:

«Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro».

«Si el Partido podía alargar la mano hacia el pasado y decir que este o aquel acontecimiento nunca había ocurrido, esto resultaba mucho más horrible que la tortura y la muerte».

«Diariamente y casi minuto a minuto, el pasado era puesto al día».1

Así mismo, podemos encontrar cierta influencia del mito proteico. En la mitología griega, Proteo es hijo de Poseidón y fue hecho pastor de las manadas de focas de su padre. Su nombre quiere decir «el primero», «el primordial», «el primogénito». Entre sus múltiples habilidades, Proteo puede predecir el futuro, aunque no le gusta hacerlo y por esta razón es que cambia de forma.2 De este modo, solo aquel que lograba capturarlo, se ganaba el derecho de conocer el futuro.

En lo que se refiere a Alpha 60, la máquina también se comporta como un pastor de manadas, controlando a los habitantes de la galaxia-ciudad y ordenando cómo y hacia dónde deben conducirse. Y si bien no predice el futuro, emplea el cálculo y la lógica para determinar el curso de las acciones que deberán ser ejecutadas por todos los habitantes de Alphaville. Dicho análisis le hace cambiar constantemente de forma, pues debe adecuarse a las circunstancias. De ahí que cada día aparezcan y desaparezcan nuevas palabras de La Biblia o que se prohíban ciertas acciones.

Al respecto, dice André Parente, en su ensayo Alphaville, La capital del dolor:

«La voz de Alpha 60 es múltiple. Como Proteo, es puro simulacro: se muestra y se oculta, se oculta aun mostrándose. Cada una de sus apariciones es una posibilidad de respuesta local y una imposibilidad de respuesta global. La voz de Alpha es pura virtualidad y no se confunde con sus múltiples realizaciones: voz de chofer de taxi, voz de conferencista, voz de recepcionista, voz de máquina. Cuando habla, no es ni una ni otra; esta voz, que solo puede estar adentro por estar afuera, a una distancia sin distancia, no puede encarnarse: no puede fijarse en un sustantivo de majestad.

»Alpha puede tomar la voz de cualquier personaje, o incluso crear la función híbrida del mediador, como cuando interroga a Lemmy Caution; pero destruye toda mediación, es siempre la diferencia-indiferencia que mina el carácter personal de toda voz: puro intersticio que opone un interdicto a la constitución del film como totalidad.

»Línea quebrada, fractal del relato de Alpha. Proteo es agua, pantera, fuego. Pero ¿qué es Proteo cuando ya no es río y todavía no es ni tigre ni fuego?

»Al final del filme, la despiadada computadora Alpha 60 cita, con voz ronca, una frase de Borges que podría ser un esbozo de respuesta».3

La frase a la que se refiere Parente es un extracto del ensayo de Nueva Refutación del Tiempo, de Jorge Luis Borges.

Alpha 60
El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Alpha 60.

En cuanto al espacio, a lo largo del filme, podemos ver que la señalética de las calles es mediante flechas que indican hacia dónde debe uno dirigirse. Se han eliminado toda indicación que haga uso de la palabra.

De esta manera, el control que ejerce Alpha 60 sobre el tiempo y el espacio, —controlando el presente, el pasado, el futuro, pero también delimitando el espacio físico—, contribuye a la supresión de la sensibilidad humana. Los habitantes de la galaxia-ciudad viven cegados por la lógica, en una especie de oscurantismo, donde la voz de Alpha 60 resuena en cada rincón.

La única salvación posible es a través de las emociones. El redescubrimiento de la sensibilidad humana es representada, así, como una «iluminación», una luz que proviene del interior y que es cálida, espontánea y salvaje, en contraste con la luz eléctrica, fría y artificial que emite Alpha 60.

La luz como forma de conocimiento

En el filme, el conflicto entre las dos formas de lenguaje —poético y lógico— se representa mediante la luz.

Las bombillas, las luces de neón, la corriente eléctrica, todos estos elementos simbolizan el conocimiento artificial e impasible que proporciona la supercomputadora. Por su parte, la luz de la poesía es intensa y cegadora, indómita como el alma humana.

Esto permite comprender por qué Dickson, al subir las escaleras, golpea un foco para hacerlo oscilar como péndulo; se trata de una representación visual de su imposibilidad de definir, de tomar partido. Como mencionamos anteriormente, Dickson no ha podido asimilar por completo la forma de vida en Alphaville, pero ya tampoco es un espía, pues se ha olvidado de su misión.

Natacha, por su parte, también se muestra confundida. En una secuencia la vemos dar vueltas alrededor de una lámpara, como si tratase de recordar todo aquello que ya ha olvidado. De pronto, mediante la poesía, la luz se hace en ella, tal y como explica, notablemente, Maité Noeno Carballo en su estudio El lenguaje en el cine de Jean-Luc Godard:

«Como Natacha Von Braun en el film Alphaville, quien ha perdido la consciencia del lenguaje y va a recuperarla a partir del contacto con la poesía, por medio de Lemmy Caution; cuando Natacha pronuncia las palabras del libro Capitale de la douleur, de Paul Éluard, la protagonista recupera el verdadero valor de las palabras. Natacha Von Braun pregunta: "l’amour, c’est quoi?" 4 y la respuesta viene dada en forma de poesía.

Alphaville escena 4

»En unos bellos primeros planos de Natacha, y luego de Lemmy, que nos recuerdan al cine expresionista, la protagonista recita con una voz afectada: "Ta voix, tes yeux, tes mains, tes lèvres, nos silences, nos paroles, la lumière qui s’en va, la lumière qui revient…".5

»Lemmy Caution se convierte en el portador de la luz; como un Prometeo moderno, trae consigo la palabra. Este filme vanguardista procede a la deshumanización más absoluta mediante la muerte del lenguaje, la desaparición del significado de las palabras, que serán encontradas por una toma de conciencia. Alphaville muestra un mundo desalmado, es el país donde se ha perdido la emoción del lenguaje y donde la comunicación se reduce a formulas lingüísticas estándar, automatizadas. En Alphaville solo se lee propaganda, mostrando así el régimen autoritario en el que viven.

»Para Jean-Luc Godard esta forma de expresión está asimilada a la degradación del mundo, de la sociedad. Los protagonistas de Alphaville, habitantes de una metrópolis robotizada, buscan un poco de belleza en un mundo empobrecido. Será la literatura la que dé emoción y comunicación, y no el lenguaje en sí mismo. El director pone de manifiesto que la decadencia de la sociedad implica una utilización diferente del lenguaje, inutilizado, sin la entidad que le corresponde».6

Contrasta con esta secuencia que menciona Maité Noeno Carballo, otra muy anterior, en donde Alpha 60 instruye a Natacha. Esta transcurre casi en completa oscuridad y la única luz es la que emite Alpha 60 mientras proyecta diagramas y fórmulas matemáticas para hablar de la naturaleza del tiempo, del sufrimiento y del significado de las palabras.

Si comparamos ambas secuencias, podemos llegar a la conclusión de que, antes de conocer a Caution, Natacha vive en la oscuridad, toda vez que es adoctrinada por Alpha 60 y la máquina determina lo que debe o no pensar. Caution es, pues, aquel portador de la luz que le transmitirá el conocimiento de lo que significa ser humano, que le enseñará a sentir, a amar.

Así, cuando Caution comparte con Natacha el contenido de La Capital de Dolor, la escena transcurre iluminada por la luz del exterior. Por supuesto, no es accidental que esta sea la primera escena de día en todo el filme, ya que se trata de representar la «iluminación» de Natacha. La luz natural contrasta, lógicamente, con la artificial que utiliza Alpha 60, poseedora de una forma de conocimiento que no es natural sino artificial, ajena a la condición humana.

Al final, Caution salva a Natacha, descendiendo él mismo a la oscuridad de los pasillos del Control Central —en una referencia obvia al mito de Orfeo— y llevándola hasta la superficie, donde el sol brilla. De la misma forma que Hades le prohíbe voltear a Orfeo al rescatar a Eurídice, Caution le pide a Natacha no voltear atrás, es decir, no regresar a la ignorancia, pues ahora, frente a ella, se abren las nuevas posibilidades del entendimiento humano.

En cuanto a la forma del filme, Godard es fiel a su estilo y en más de una ocasión transgrede las normas del lenguaje cinematográfico convencional: no solo emplea puntos de vista imposibles —como cuando filma una secuencia desde el punto de vista de un espejo en la pared— sino que juega constantemente con el campo-contracampo: alterando la percepción espacial que tiene el espectador. A veces los personajes se miran, y luego corrigen sus miradas en la siguiente toma.

Por supuesto, también juega con el uso del tiempo, alargando el tiempo diegético o con notables elipsis que a veces están representadas por flechas o letreros de neón —como aquellos que suprimen la carretera rumbo al norte o rumbo al sur—. En ocasiones, incluso, juega con la lógica temporal: cuando Caution entra a la habitación del hotel, Natacha lo espera detrás de la puerta, Caution cruza otra puerta y Natacha está detrás de esa puerta también. Esto mismo vuelve a ocurrir cuando Caution atraviesa una tercera puerta.

Además, el uso que hace del espacio interior y exterior es notable, sobre todo en las dos secuencias donde el ascensor se vuelve un protagonista: la primera, cuando Caution llega al hotel, y la segunda, cuando pelea en el ascensor.

Por otro lado, Godard emplea el rompimiento de la lógica para demostrar, al final del filme, el mal funcionamiento de Alpha 60. Para ello, introduce fotogramas en negativo, o muestra pasillos con fallas eléctricas que les hacen alternar entre la luz y la oscuridad.

Por último, solo me queda reafirmar que Godard no es un cineasta accesible, pero no por eso deja de ser un poeta, un filósofo, un visionario.

En efecto, si analizamos el filme con detenimiento, encontraremos que no es sino un poema visual donde el autor nos relata cómo un hombre despierta en su amada ese innato, pero adormecido, conocimiento de amor, rescatándola, a su vez, del control frío y lógico de su padre —aquí representado por Alpha 60, que no es más que una extensión del Prof. Von Braun—.

La película nos habla también de que una máquina es incapaz de proporcionarnos conocimiento, a menos que haya una consciencia humana detrás de ella, operándola.

En ese sentido, Alphaville es también un filme acerca del cine, donde resuena la voz de un director detrás de la cámara, la cual —y esto Godard lo sabe muy bien— no es otra cosa más que un medio para acceder al conocimiento y comprender el mundo y a nosotros mismos.


1 Orwell, George. «1984». Ediciones De Bolsillo, Editorial Planeta.

2 De aquí se desprende el adjetivo «proteico», que alude a todo aquel que cambia de ideas y de afectos.

3 Parente, André. «Alphaville, a Capital da Dor». Universidad de Río de Janeiro.

4 ¿Qué es el amor?

5 Tu voz, tus ojos, tus manos, tus labios. Nuestro silencio, nuestras palabras. La luz que se va, la luz que vuelve. (Fragmento de «El amor y el compromiso después del trabajo», de Paul Éluard).

6 Maite Noeno Carballo. «El lenguaje en el cine de Jean-Luc Godard». Universidad de Zaragoza.

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